martes, 22 de noviembre de 2011

Características de "La balada de los ahorcados de Villon"



La balada de los ahorcados fue escrita en 1463 por François Villon (1431-1463 d.C.) es decir, a finales de la Edad Media.
En la balada en un inicio encontramos al narrador, uno de los ahorcados, pidiendo a los vivos que se apiaden de ellos. Conforme avanza el poema se hacen referencias a los huesos, y a señales de descomposición en los cuerpos.
El narrador muestra conciencia de que es colgado con justicia, y por ello pide perdón ante Jesucristo, el hijo de María, y le pide al lector que se apiade de él y pida por su absolución.
También se habla del infierno y de que no quiere caer en él porque no tiene nada que hacer ahí.
Una hipótesis del origen de esta balada, podría ser la vida de Villon, ya que llevó una vida delictiva. De hecho, la balada fue escrita cuando lo sentenciaron a muerte, condena de la que pudo escapar.
La muerte se presenta como eje principal de la historia, ya que es la que dispara las acciones de la balada, y se le da importancia a lo que ocurre después de ésta.

François Villon


François Villon (c. 1431-c. 1463), considerado un gran poeta lírico de su época, nació en París aproximadamente en el año1431, estudió artes y obtuvo grado de Doctor. En 1455 mató a un sacerdote en una pelea callejera y, un año más tarde, fue sorprendido cuando robaba 500 coronas en la capilla del Colegio de Navarra de París, delito por el que fue desterrado. En 1461 fue arrestado por orden del obispo de Orleans y encarcelado en la torre de Meung. Sin embargo, al cabo de unos meses, tanto Villon como los demás prisioneros, recibieron el perdón de Luis XI [rey de Francia (1461-1483), hijo y sucesor de Carlos VII, su misión fue restablecer la tranquilidad después de la guerra de los Cien Años].

Villon regreso a París donde siguió en actos delictivos, lo que lo llevo a ser sentenciado a muerte, pero logró que le cambiaran la sentencia de muerte por el destierro, y después de esto se perdió rastro de él.

La balada de los ahorcados

Hermanos, los humanos que aún seguís con vida,
no tengáis con nosotros el corazón muy duro,
pues si queréis mostrar piedad con estos pobres,
Dios no lo olvidará y os podrá ser clemente.
Vednos aquí colgados a cinco o seis que somos,
ved aquí nuestros cuerpos, que tanto hemos mimado:
nuestra carne está ya devorada y podrida
y nosotros, los huesos, nos hacemos ceniza.
Nadie de nuestro mal debería burlarse:
más bien rogad a Dios que nos absuelva a todos.
Si hermanos os llamamos, no debéis ofenderos
ni mostrarnos desdén, aunque fuimos matados
por obra de justicia. Antes bien, ya sabéis
que todos los humanos no saben comportarse.
Disculpadnos a todos, pues estamos presentes
ante el buen Jesucristo, el hijo de María;
que no nos sea negada a ninguno su gracia
y que quiera preservarnos del fuego del infierno.
Ya estamos todos muertos, que nadie nos maldiga:
más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.
La lluvia ya nos tiene mojados y lavados
y el sol nos ha secado y nos ha ennegrecido;
las urracas, los cuervos, nos sacaron los ojos
y arrancaron los pelos de cejas y de barbas.
Nunca, en ningún momento, podemos estar quietos:
hacia un lado, hacia el otro, según varía el viento,
a su antojo nos mueve, sin parar un momento,
por las aves picados lo mismo que dedales.
Así pues, no queráis veros como nos vemos:
más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.
Señor Jesús, que a todos nos tienes en tus manos,
Evita que caigamos en poder del infierno:
no creo que tengamos mucho que hacer en él.
Hermanos, yo os lo juro, en esto no hago burlas;
más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.

François Villon